¡Nápoles por casualidad!

Casi sin darme cuenta llegan unos días en los que voy a cerrar la consulta, es Semana Santa. ¡Vaya! Cinco días perfectos para irme algún lugar interesante cerca de Mallorca para poder aprovechar al máximo este kit kat.

Barajo varias opciones y de repente se me ocurre Nápoles que casualmente estos días hay vuelos directos desde Mallorca. En un momento tengo el vuelo, el hotel y las excursiones contratadas, voy de turista total.

Desde la ventanilla del avión ya percibo Nápoles, que se sitúa en el Mar Tirreno, que pertenece al Mar Mediterráneo, es una ciudad costera italiana, como ya sabrás. Aterrizo tras un buen madrugón y ya percibo que va a ser un viaje peculiar.

Dejo mi equipaje en el hotel a las afueras de la ciudad. Es una zona muy tranquila cosa que agradezco cuando llego exhausta por la noche. Me dirijo al centro con un mapa de papel donde tengo anotados los sitios que quiero visita. Hoy es un día de reconocimiento, de contacto con la gente y sobre todo para hacerme con el ambiente del lugar.

calles nápoles

Me adentro en sus calles bulliciosas, casi tropezando con el gentío que va comiendo por la calle su trozo de pizza y sus cucuruchos de frituras de pescado. Me cuido que no me pille algún motorista, ya habrás odio decir que es un caos como conducen aquí. (Así que si vienes lo tenga muy en cuenta) Voy observando todo con ojos curiosos y a veces rozo la incredulidad. Miro a un lado y a otro y veo edificios que en otros tiempos debieron ser magníficos, ahora se ven destartalados y algunos apuntalados.

Me recuerdan mucho la Habana. Sonrío cuando veo en las fachadas la ropa tendida, como si fueran banderines y cubos atados a una cuerda a modo de montacargas.

Oigo a una «madonna» que le dice al chaval de la calle ¡dai! (venga) Le pone algo en el cubo azul y ella azarosa tira hacia arriba y se despide simpática ¡ciao! Me quedo boquiabierta, me parece estar en una película italiana donde estoy a punto de toparme girando la calle con una bellísima Sofía Loren o en la próxima plazoleta veré a Julia Roberts comiendo un gran plato de pasta. Salgo de mi ensimismamiento y sigo callejeando curiosa. Voy encontrando plazas enormes flanqueadas con edificios majestuosos, rebosantes de arte, iglesias, plazoletas con encanto, castillos y hasta palacios. Gente por doquier, alboroto.

Los napolitanos, que se caracterizan por ser bulliciosos, chillones, pícaros, muy amables, serviciales y divertidos, forman parte del encanto de la ciudad, ellos mismos dicen: De Nápoles te lo puedes esperar todo.

pompeya

Ya es y viernes tengo la cita esperada con Pompeya, la ciudad sepultada por el volcán Vesubio que despertó en el año 79 d.C con gran fuerza, enterrando bajo sus cenizas este pueblo. Cuando cruzas las puertas de Pompeya das un salto en el tiempo, es un sentimiento entre horror de lo que ocurrió allí y admiración, puesto que era una ciudad moderna con sus calles bien adoquinadas, pasos de cebra, comercios, el teatro Les encantaba el circo y el sexo. Puedes ver murales pintados con escenas eróticas. Para los Pompeyanos era lo más natural ir al burdel, le llamaban lupanar. Otra curiosidad es que eran muy limpios, se bañaban a diario y blanqueaban las togas con amoniaco que obtenían de la orina de los camellos ¡Ole! A los arqueólogos que van descubriendo tanta historia oculta tras la catástrofe y hace que los visitantes podamos revivir tan auténticamente aquellos días. Seguimos.

 

 

faraglioni

Llegó el día de navegar y conocer la famosa Capri, una isla muy apreciada por la jet set donde encuentran su remanso de paz y por supuesto lujo. Pará mi es un lugar pintoresco con una costa de ensueño, de su mar emergen las famosas rocas «Faraglione» donde se rodó el anuncio de Dolce y Gabbana, ¿te acuerdas? El del chico con un bañador blanco, difícil de olvidar, ¿verdad? De vuelta a tierra firme ya llego al último día. Ocupo mi tiempo en acercarme al paseo marítimo o «Lungomare» que es como le llaman los Napolitanos. Desde aquí tengo unas vistas excelentes del Vesubio, de la isla de Capri y el «Castel dell’Ovo» que es el castillo más antiguo de la ciudad. Delante del mar me siento a tomarme un aperol spritz y contemplar el trajín de la gente que va y viene como he hecho yo en estos cautivadores días.

 

 

comida nápoles

Llegados a este punto pensarás que raro que Cati no hable de comida y es que lo bueno se hace esperar, porque te confieso que todo en Nápoles me ha fascinado, pero la comida, ¡Ay, la comida! Cuando te dicen que la mejor pizza la encontraras en Nápoles, créetelo, por eso tiene la fama que tiene la pizza napolitana. La pasta de cualquier manera está deliciosa, los dulces especialmente a mí me ha enamorado, el «sfogliatelle» que es un pastel de hojaldre que me he tomado con un auténtico cappuccino, los helados ¡mamma mia! No puedes irte de aquí sin comer uno, o sentarte en una plazoleta del centro histórico y tomarte un aperol spritz o un limocello.

Tanto te diría de la gastronomía que me extendería demasiado y hoy tan solo quiero que empieces a salivar pensando en lo que te estoy contando, puesto que parte de este viaje ha sido también para inmiscuirme en su gastronomía para versionar recetas para mi próximo libro. Y como dijo el filósofo Goette: Vedi Napoli e poi mouri (Ve a Nápoles y ya te puedes morir)

¡Arrivederchi!

 

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¡Espero lo disfrutes tanto como yo!

 

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Cati Palou

Cati Palou

Estoy enamorada de la salud y del bienestar.

Me he formado en naturopatía, acupuntura, restauración bioenergética, nutrición ortomolecular y muchas otras disciplinas más.

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